jueves, 10 de abril de 2014

Otros y él

Experimentaba una felicidad desconocida, pero a la vez hallábase en la más profunda amargura, imbuíase de una rabia incontenible, pues aunque al fin la poseía, eran otros los que habían gozado de su juventud. Otros habían acariciado su juvenil piel, él pasaba la mano por un cuerpo ajado, áspero; otros se habían arrojado dentro de unos ojos resplandecientes de vida, él, se precipitaba en unos pozos secos, unos ojos apagados, de una negrura insondable; otros habían besado unos labios ardientes, rebosantes de color, él, unos labios cansados.
Y sin embargo, otros lo envidiaban a él, pues todo lo que ella les había podido regalar se hallaba en la superficie, aquello perceptible a los cinco sentidos, y él llegaba en el momento oportuno para recoger aquello que era perceptible al alma, y que sólo el tiempo producía.

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