Hubo un tiempo en que la
tierra no era un erial pedregoso sino un bosque de ladrillo y cemento; un
tiempo en que humanos y ratas no se comían los unos a los otros sino que comían
de la mano la misma basura; un tiempo en que el agua no caía en forma de lluvia
radiactiva sino que fluía de tuberías con cal y la gasolina no escaseaba sino
que se respiraba y el sexo no era una limitación sino una prostitución y el
esclavo no era castigado sino agradecido y tantas otras cosas que uno quiere
echarse a llorar cuando ha crecido en el paraíso y envejece ahora en el
infierno.
En estos pensamientos divago
mientras el tiempo corre y los hombres se asesinan por banalidades materiales
llevando la destrucción a un mundo ya de por sí desolado. Y los caballeros
decentes se desquician agotados por los infortunios y a Dios no se le ve por
ningún lado.
Leído. Poco menos que apocalíptico dentro del Apocalipsis, así, con mayúscula. Me encanta la última parte, es excepcional : "... y a Dios no se le ve por ningún lado". Buenísima.
ResponderEliminarUn saludo ;)
Un recurso típico, me comentaron, y es cierto. ¡Pero me salió sin más!
EliminarUn abrazo^^
(Sigo con El sueño de la mariposa :))
Que paraíso más...purgatorio ;) Me encanta la última frase, que remata un texto contundente. La decencia y Dios se han debido quedar en otro lado, eso parece...esperemos que al salir del relato, haya una pizca, al menos de decencia, y que no sea castigada por el injusto.
ResponderEliminarUn placer volver a leerte. Un abrazo :)
Hola, Explorador, cuánto tiempo. Me alegro de que te guste.
EliminarNo me he olvidado de ti, conste XD
Coincido con los anteriores comentaristas: la última frase es excelente. No sé, podrá ser un recurso típico, como decís, Sergio, pero funciona muy bien en la lectura.
ResponderEliminarAbrazos!
Esther
Gracias :)
EliminarSigo negándome a cambiar lo de la falta de comas (aquello que hablábamos en La Tribu) XD
¡Un abrazo!