—¡Inmigrantes, fuera! ¡Nos quitan el trabajo! —gritaba un hombre a las puertas de una iglesia, donde gentes de diversas culturas hacían cola para mendigar algo de comida.
Aquel mismo día había comprado una entrada para ver las corridas de toros y cuando llegó a la Plaza, emocionado por el despliegue artístico que iba a presenciar por parte del Cordobés, se encontró con una escena desagradable e inesperada: fuera, un grupo de «perroflautas» se manifestaba en contra del noble arte de la tauromaquia. Lanzaban gritos y violentos aspavientos con las manos e iban sucios y desharrapados. Gente peligrosa, aquella; escoria que en otros tiempos más decentes no existía. «¿A dónde ha ido a parar este país? —se preguntó—. El mundo está loco.»
—¡Asesinos! —vociferaban los macarras—. ¡La tortura no es arte ni cultura!
Seguro que en cualquier momento pasarían de las palabras a las manos. Por suerte, la policía ya estaba allí para darles una buena y necesaria lección de educación y disciplina. A uno de los jóvenes descarriados se le cayó un libro. Se acercó y lo recogió: «Las flores del mal». Vaya, además de gamberros, satánicos de esos. Gente malvada, sin duda; bárbaros.
No pudo reprimir la rabia. Reunió el valor necesario para enfrentarse al joven y lo golpeó repetidamente con el libro, amparado por las porras de la policía.
—¡Intolerantes! —les reprendió el señor—. ¡Que no respetáis nada, delincuentes!
La gente decente sin trabajo, y cuatro dictadores tratando de prohibir una rica tradición… Desde luego, el mundo estaba loco.
Cuanto de maldad hay en esta vida mi chico, cuanto de malintencionadas letras y palabras vertidas desde bocas que no ven ni saben ponerse el la piel del progimo, que lastima en el mundo en el que vivimos. Se nos saltan las lagrimas por los pobres televisados negritos que pasan hambre, pero si alguien a nuestro lado tambien lo pasa no es mas que un teatrero y mediocre personaje que no merece nuestra atención y así estamos...
ResponderEliminarUn beso guapo y como siempre un placer leerte
Pobre Baudelaire, convertido en arma ofensiva. O quizás es lo que el quería...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho como usas el doble sentido de las palabras. Que la gente usa para propio beneficio. Cuando oigo "intolerantes", "demócratas", "libertad", me pongo a temblar. Desde luego, el mundo está loco, loco.
Saludos.
IRENE
ResponderEliminarNo sé qué me pasa últimamente, pero sólo escribo cosas malas... XD. No estoy motivado para otra cosa, es como si tuviera ganas de criticarlo todo. Pero en cuanto acabe las clases en un mesecito, tengo pendientes algunos relatos que espero sean muy bonitos^^.
IGOR
ResponderEliminarEs que es verdad. La palabra intolerante se usa demasiado y muy mal XD.
Concuerdo contigo en lo de Badeulaire...
Vitriólico, desde luego. Creo que las dificultades sacan aspectos muy primarios de la gente. Lo que me sorprende es que hay gente a quienes no parece importarle ni siquiera parecer un xenófobo o un intolerante. El protagonista del relato parece negar serlo...¿pero en serio se lo cree?. Bueno, es difícil de saber, pero lo dudo.
ResponderEliminarUn saludo :)
«Creo que las dificultades sacan aspectos muy primarios de la gente.»
ResponderEliminar¡Y que lo digas!
Un saludo.
Uf, el mundo cada vez más nos presenta escenas que antes tan sólo hubiéramos visto en películas.
ResponderEliminarNo sé yo si la policía con sus cargas dan lecciones de algo.
Saludos
la intolerancia ...no la tolero .... asumo que fui uno de esos en algun minuto ... y gracias a mucha gente ..cambie en muchos aspectos .... gran entrada...Michel
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