Eran tiempos de hambre, de frío y calor, de supervivencia. La naturaleza había comprendido su error e intentaba deshacer el entuerto. Las bestias acechaban en los bosques cubiertos de nieve y en las junglas que eran escondite de infinidad de peligros mortales, en las sabanas y en los desiertos. Tiempos en los que la vida era maravillosa, y cada nacimiento una bendición. Cada nacimiento de un varón.
El Hombre aprendió a dominar todo lo que estaba por debajo de él:
bestias,
plantas
y hembras.
Gracias al Hombre, la humanidad alcanzó tal grado de genialidad, de desarrollo, de progreso y de evolución, que enorgullecida por ello proclamó su superioridad ante otras especies:
fauna,
flora
y mujeres.
No mucho después estalló la Gran Guerra. El Hombre destacó su valor por encima de otras especies. Los varones salvarían el mundo, y se requerían más. Pero la radiación cubrió el planeta, y entonces el pecado de los hombres lo pagaron todos:
hombres, plantas, mujeres y animales.
La vida estaba en peligro de extinción. Las plantas se morían, como los animales. Los hombres habían arrasado la tierra y se sentían solos.
Meses después, una embarazada dio a luz. Los hombres sonrieron, festejaron, lloraron y dieron las gracias a la Gran Madre. Pues el bebé era una niña.
Cojonuda esta moraleja, fábula o cuento... Y hasta diría que hay unas gotitas de humor oscuro. Sobre todo en ese final, con las lágrimas de los hombres que vivieron la ilusión de dominarlo todo y a todos.
ResponderEliminarSaludos.
Un relato apocalíptico (o post-) que resume muy bien ciertos sentimientos de esta era tecnológica y cruel. La magia del comienzo y la esperanza.
ResponderEliminarOjalá el día de mañana no sea así...pero el texto es cojonudo.
Un saludo :)
Se acerca el Matriarcado Final, de eso no hay duda. Los hombres han gobernado durante demasiados milenios, y la venganza de ellas será terrible. Van a convertirnos en mascotas chechuales con collar de perro XD.
ResponderEliminarVaya, blogger ha armado un estropicio grande :( Pero el relato merece un comentario, ya lo creo, el tono apocalíptico, (o post-) el pecado y su imposible redención, y cuando parece que todo está perdido, el milagro de la vida. ¿Un final engañosamente feliz? Puede que sí. pero necesitamos estos consuelos, a veces. Me gustan las líneas (parecen versos de los creacionistas, unos vanguardistas que escribían a veces así) donde haces la escala, y en el escalón inferior, tan injustamente casi siempre las mujeres. Que son las que salvan, al final.
ResponderEliminarUn saludo :)
Maravillosa manera de hacer que la vida se repliegue sobre si misma, porque hemos terminado con la existencia y al tiempo luego luchamos para que vuelva, suerte han tenido estos hombres, esa mujer y esa niña, pero… quien nos dice que no vuelva a pasar y que la próxima vez, ya sea la de verdad, en la que consigamos lo que hemos ido a buscar? Y todo se vaya a la mierda….
ResponderEliminarComo todo lo que leo tuyo, una maravilla colosal, eres impresionante, gracias por compartirlo, y un beso como pequeño pago.
EXPLORADOR
ResponderEliminarSí, menuda se ha liado con Blogger. A mí se me borró esta entrada y los comentarios. La entra al menos se restituyó. Daños mínimos XD.
¿Un final engañosamente feliz? Me gusta^^. No lo había pensado así.
Realmente, lo único medio original del relato es la escalera. Como la última enumeración de seguido, sin escala; el paso de Hombre (como especie y a la vez solo como varón) a hombre; el mezclar plantas, animales, mujeres en total desorden; y el cambio de términos a medida que el Hombre avanza.
Gracias mil. Un abrazo^^.
IRENE
ResponderEliminarNo, si la Historia es cíclica, ¡claro que volverá a pasar! Quién sabe si en el futuro el hombre volverá a apropiarse de la mujer como objeto. No aprendemos de nuestros errores.
Un fuerte abrazo^^.
¿Quién nos salvará de nosotros mismos?
ResponderEliminarVaya, no vi el mensaje. No me llegan las notificaciones de respuestas por email :S.
ResponderEliminar¿De nosotros mismos?, nadie XD.