viernes, 14 de octubre de 2011

Noctalia


¡Por fin me llegó! La ópera prima de Raúl Frías Pascual, llamada Noctalia, está en mis manos, y con una dedicatoria suya que toca la patata^^.
Conocí a Raúl Frías, alias Bukovy, en los foros de Clan Dlan, una web de traducción de videojuegos con una sección de literatura que no está nada mal. Allí comenzó a publicar relatos, capítulos, y desde entonces no he dejado de leerle. Con veintipocos, ya ha publicado su primera novela y va camino de escribir otra más que, cambiando completamente de temática, promete mucho.
Me alegro enormemente de haberlo conocido, aunque sólo sea por internet (malditas distancias). Un buen amigo, como dices, Raúl, ¡claro que sí! No hay nada más precioso que compartir inquietudes, y con él y con otros foreros y blogueros he tenido momentos realmente grandes. No sólo eso, Bukovy, además, me has enseñado mucho, y ayudado a escribir, y me alientas a hacerlo, a que reúna voluntad para terminar de una maldita vez Deus Ex Nuke (aunque lamento decirte, Raúl, que restan unos cuantos añitos a este paso… XD).

NOCTALIA


La novela comienza con una descripción muy poética, vívida y hermosísima, que logra que el lector obtenga, en su primerísima impresión, un delicioso sabor de boca, que se imagine la idílica escena hasta el punto que adopte una sincera sonrisa de placer y relea varias veces el fragmento antes de proseguir.
Conocemos a Bruce, un hombre cualquiera, desmejorado y poco cuidadoso consigo mismo… O eso parece, pues se nos da a entender que hay algo raro en él, en sus ojos, algo que no entendemos pero que intuimos significa mucho. Bruce parece una persona hastiada de la rutina y de una vida que no le lleva a ningún lado, que simplemente es; y a medida que transcurre la aventura noctálica, vamos conociendo mejor sus defectos y virtudes, sus anhelos, sus dudas, y por supuesto, su pasado… Y lo comprendemos, o simpatizamos con él, o lo criticamos y juzgamos…
Su personalidad y su carácter están muy logrados, lo que le da a la novela una impresión inmejorable de que vamos a quedar satisfechos y que no nos defraudará.
Luego está Noctalia, el extraño planeta de la Undécima Galaxia. Tan cautivadora, tan fascinante… y tan espeluznante. Pero no sabemos bien por qué, e intentamos apremiar la lectura para llegar cuanto antes a la resolución de esos misteriosos enigmas que rodean al planeta desértico y a los que desde la estación Medianoche observan y estudian. Sus arenas y sus medilas —unas plantas cambiantes que salpican el paisaje con un lento y plácido vaivén de transformaciones— nos llenan de curiosidad.
Un lugar idílico, parece, en momentos, y un infierno en otros; pero algo esconde Noctalia, algo mucho más oscuro que afectará a los habitantes de la estación Medianoche y a Bruce Keating de una forma que los cambiará para siempre.
Algo esconde Noctalia, en su superficie, ¿o bajo ella?, ¿o…?

Podéis haceros con esta entretenida novela en:

Aquí tienes, Raúl, tu novela, encajadita entre otras obras de ciencia ficción. ¡Estarás orgulloso!











domingo, 2 de octubre de 2011

Revista Literaria Prosofagia

Hace ya año y medio, a principios del 2010, encontré, por un blog, un foro literario llamado Prosófagos. Me quedé encandilado por su calidad y seriedad. ¡No tenía moderadores! Era increíble, era como una Tierra sin Ley, en la que, por extraño que pareciera, había un respeto y una educación imposibles de creer. Una anarquía utópica.
De este foro, que desgraciadamente ya no está operativo, surgía también una revista llamada Prosofagia, para visualizar online o descargar e imprimir. Preciosa.
Entrevistas, artículos, reseñas, relatos… De todo. Son ya 13 números, y con el último, se presenta la nueva página de la revista.
Para todos los amantes de la literatura: os recomiendo encarecidamente que os convirtáis en asiduos lectores de Prosofagia. Por lo pronto, ¡ya son 13 numeritos para leer sin parar!

PRESENTACIÓN NUEVA WEB

Prosofagia lleva ya dos años de singladura. Nacida de la voluntad y el entusiasmo de un grupo de compañeros del foro Prosófagos, fue ganando entidad propia. Muchos lectores la seguían y esperaban el siguiente número. Además, poco a poco fuimos contando con otros colaboradores, externos al foro, que nos ofrecieron sus aportaciones. Por eso, y aunque actualmente el foro esté inactivo, quienes iniciamos la revista hemos querido que esta publicación siga viva.
Hay un tiempo para cada cosa. Algunas iniciativas nacen con fuerza, pasan un periodo de crecimiento y apogeo y, a veces, decaen o se transforman en otras realidades. Es propio de todo lo que tiene vida. Los que un buen día nos reunimos para crear la revista queremos seguir navegando y explorando otras aguas y otros puertos, siempre desde ese impulso inicial que nos motivó: el amor a las letras, y con la fuerza que nos anima en el laborioso quehacer entre bastidores, nuestra amistad.
Desde la renovada página de Prosofagia os damos la bienvenida a esta nueva etapa, en la que esperamos seguir aprendiendo y poder ofreceros mucho más.

La Redacción

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Evocación



Sobre la muralla corría el aire, un aire fresco que lo acariciaba y que sacudía sus ropas, provocándole placenteros cosquilleos.
Leía, apoyado en la pared. Las copas de los árboles se movían en un tranquilo vaivén, y como evocándole un verano que ya había quedado atrás, unos rayos se colaban y le calentaban un lado de la cara mientras el otro continuaba sumido en la fresca penumbra.
Abajo, en el patio, se escuchaban los zambullidos de los cisnes, y él, adormecido, cerró los ojos, soltó el libro y se dejó llevar.

domingo, 15 de mayo de 2011

Especismo

Eran tiempos de hambre, de frío y calor, de supervivencia. La naturaleza había comprendido su error e intentaba deshacer el entuerto. Las bestias acechaban en los bosques cubiertos de nieve y en las junglas que eran escondite de infinidad de peligros mortales, en las sabanas y en los desiertos. Tiempos en los que la vida era maravillosa, y cada nacimiento una bendición. Cada nacimiento de un varón.
El Hombre aprendió a dominar todo lo que estaba por debajo de él:
bestias,
    plantas
                y hembras.
Gracias al Hombre, la humanidad alcanzó tal grado de genialidad, de desarrollo, de progreso y de evolución, que enorgullecida por ello proclamó su superioridad ante otras especies:
fauna,
  flora
         y mujeres.
No mucho después estalló la Gran Guerra. El Hombre destacó su valor por encima de otras especies. Los varones salvarían el mundo, y se requerían más. Pero la radiación cubrió el planeta, y entonces el pecado de los hombres lo pagaron todos:
hombres, plantas, mujeres y animales.
La vida estaba en peligro de extinción. Las plantas se morían, como los animales. Los hombres habían arrasado la tierra y se sentían solos.
Meses después, una embarazada dio a luz. Los hombres sonrieron, festejaron, lloraron y dieron las gracias a la Gran Madre. Pues el bebé era una niña.

sábado, 14 de mayo de 2011

Tolerancia

—¡Inmigrantes, fuera! ¡Nos quitan el trabajo! —gritaba un hombre a las puertas de una iglesia, donde gentes de diversas culturas hacían cola para mendigar algo de comida.
Aquel mismo día había comprado una entrada para ver las corridas de toros y cuando llegó a la Plaza, emocionado por el despliegue artístico que iba a presenciar por parte del Cordobés, se encontró con una escena desagradable e inesperada: fuera, un grupo de «perroflautas» se manifestaba en contra del noble arte de la tauromaquia. Lanzaban gritos y violentos aspavientos con las manos e iban sucios y desharrapados. Gente peligrosa, aquella; escoria que en otros tiempos más decentes no existía. «¿A dónde ha ido a parar este país? —se preguntó—. El mundo está loco.»
—¡Asesinos! —vociferaban los macarras—. ¡La tortura no es arte ni cultura!
Seguro que en cualquier momento pasarían de las palabras a las manos. Por suerte, la policía ya estaba allí para darles una buena y necesaria lección de educación y disciplina. A uno de los jóvenes descarriados se le cayó un libro. Se acercó y lo recogió: «Las flores del mal». Vaya, además de gamberros, satánicos de esos. Gente malvada, sin duda; bárbaros.
No pudo reprimir la rabia. Reunió el valor necesario para enfrentarse al joven y lo golpeó repetidamente con el libro, amparado por las porras de la policía.
—¡Intolerantes! —les reprendió el señor—. ¡Que no respetáis nada, delincuentes!
La gente decente sin trabajo, y cuatro dictadores tratando de prohibir una rica tradición… Desde luego, el mundo estaba loco.

domingo, 8 de mayo de 2011

El sentido de la vida

Al nacer le auguraron un futuro brillante, que la fortuna le sonreiría. Cuatro años después, en mitad de su cumpleaños, abrió la puerta del dormitorio de sus padres y encontró a su padre jugando con la amiga de mamá. Contento porque el mundo fuera tan bonito y feliz, quiso expresarle sus sentimientos a su madre.
La fiesta se suspendió y se encontró, horas después, en casa de sus abuelitos con su mamá; no entendió nada. ¿Por qué lloraba? Pero no pasaba nada, le dijeron, que era aún muy pequeño para comprender. Y claro, pensó que tenían razón, pues si todo era tan feliz, tan alegre, la vida tan bella, ¿qué sentido tenía ponerse triste de repente?
Su padre se olvidó, de pronto, de que tenía un hijo.
Le dijeron, también, cuando su madre comenzó a salir mucho y regresar «rara», casi hablando con más dificultad que él y con un aliento desagradable, que todo se arreglaría; y cuando desembocó en una esquizofrenia, no supieron qué decirle. Encontraron una solución: llevarlo junto a su padre.
Años de olvido pasaron al olvido.
Todo fue, de nuevo, alegría; pero la fortuna era muy caprichosa, y rápidamente se dio cuenta de ello al recibir el primer manotazo. Dios le prometió que aquello pasaría, que habría tiempos mejores y que la felicidad exigía sacrificio y algo de penitencia.
Años más tarde, se escapó y regresó al regazo de su madre; pero ya no era lo mismo, y la gente se preocupó de recordárselo… y de apartarlos delicadamente de la gente sana. Protección oficial, le trataban de explicar, pero él no veía sino un vertedero de casas, casi chabolas, y de gente que le producía mucho miedo. No quería vivir allí. Le dieron palabras de consuelo, que estudiara, pero se olvidaron de decirle que para ello se requería dinero.
Cuando tuvo la oportunidad, la rechazó y se puso a trabajar. El hambre apretaba.
Tras unos primeros sueldos, resultó que el hambre seguía oprimiendo el estómago. Le conminaban a trabajar duro, que algún día lo ascenderían, y él se preguntaba que a dónde. Y se hartó.
Cuando en casa procuraba descansar, cuando el barullo y la mala convivencia se lo impedían, cuando el olor de la marihuana entraba por los resquicios de la ventana, mezclado con un ligero tufo a neumático quemado, pedos y suciedad, le pidieron calma, paciencia, que buscaban una solución a los problemas del barrio.
Al hacerlo trizas la depresión, le recordaron que había muchas cosas por las que luchar. Su madre no pensó lo mismo y puso punto final a una historia que se había alargado demasiado. Como fichas de dominó hábilmente dispuestas en fila india, cayeron por la desgana y la apatía sus abuelos. Por último, le dijeron que todavía poseía lo más importante: la vida; y de paso le encontraron solución a sus problemas de convivencia. No más ruido, no más amenazas, no más droga, le aseguraron.
Cuando les estrechó la mano y se vio de patitas en la calle, dio un giro de trescientos sesenta grados, lentamente, y con toda la objetividad que una mente agotada y un corazón hastiado le permitían, se preguntó cuál era el significado de la palabra «vida». Y finalmente tomó una resolución: descubrir el sentido de su vida.